Un sueño, un bosquejo en el cajón (Relato y reflexión)
Partiendo de la premisa que era imposible,
tomé un grafito y delimité contorno
Formé un cuadrado irregular,
figurando la casa de mi sueño
Era un cuadrado de líneas gruesas
hice dos ventanas y chimenea
Faltaba algo, pensé la puerta,
hice un rectángulo centrado
dentro del cuadrado, aún faltaba más...
Dejé el trabajo, salí a ver casas reales,
al bosquejo le faltaba la sombra del árbol,
el sol de la mañana, la reposera para la siesta
el perfume de las flores de un jardín y
un cielo estrellado.
Partí de un imposible, para crear lo más cercano
AÚN ALGO FALTABA... CONSTRUIR UN HOGAR,
fue allí que sentí, que debía dejar el bosquejo,
hay cosas que no se pueden dibujar.
Tiempo pasó, removiendo un cajón con papeles
guardados, apareció el viejo y amarillento papel,
sonreí, casi con ternura, mis sueño de joven,
se habían multiplicado, tenía mi casa, mi cielo,
mi familia, salí con el papel, se lo entregué
a mi nieto, vi su rostro con signos de preguntas, guárdalo ,
te puede ayudar a soñar, y los sueños si los persigues
se cumplen.
El niño tomó un lápiz, dibujo un barco y serio dijo
-Abuelo” quiero ser marinero”.
(Junto al papel se encontró este relato.)
Lo cierto es que todos tenemos sueños de vida, diferentes,
en etapas diferentes, que no por ser diferentes, son menos
importantes, ese amarillento papel se guardó, como el
principio
de la gesta de una visión, que se construyó desde el anhelo,
y
se percibió como milagro.
Al leerlo, no encontré en este relato una muralla dialéctica,
Ni vería una fila de editoriales queriendo comprarla, ni
comunicadores
propagando tal evento, pero en esa terraza de rascacielos
oníricos, hubo un sueño cumplido, seguramente en la solapa de un libro de vida,
nadie podría comprarla, pues no tiene precio o para mejor decir, no hay que lo pague.
De entremeses: autor Nélida Moni
Imágen web
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